CENTENARIO CREMOSO

Mañana 13 de Enero, Atlético de Rafaela cumple 100 años de edad. Marche desde aquí las felicitaciones de rigor, que se ven mezcladas con la emoción de haber sido un pequeñísimo partícipe de la historia del club, lugar donde pasé muchísimas horas de mi infancia y adolescencia, y en donde viví cosas y conocí gente que nunca olvidaré como:

*Aldo “Cañún” Solari: Al cual ya le dediqué un post especial.

*El Pelado Bonmichini: Personaje nefasto, que era el Intendente del club y se dedicaba a hecharte de cuanto lugar podía y a cortar las entradas (y no dejarte pasar sin pagar) en los partidos de Básquet. Hoy fallecido, no se si es su hijo o alguien del mismo apellido el que continúa su obra, con las mismas características de trabajo.

*La pista Scalectric: inmensa donde mi hermano mayor me llevaba con la escusa de entretenerme y despuntaba su propio vicio de futuro mecánico, mientras yo me tomaba una Coca en el bar.

*La cancha de básquet: la primera de parquet y con aros móviles de Rafaela y zona. Lugar de gloria de la institución desde mediados hasta fines de los ´80 y antro de perdición de jóvenes de los ´90 ya que ahí se realizaban “Tertulias” bailables. En una ocasión tuve allí mismo oportunidad de conocer personalmente y estrechar la mano de Héctor “El Negro” Enrique, que había venido a jugar un partido amistoso con River y estaba escapado de la concentración, tomando una cerveza del pico junto a Rubén “Plumero” Gomez y otro que no me acuerdo.
Allí también pude ver a Los Acróbatas Chinos, ver jugar al “Negro” Romano y Marcelo Milanesio entre tantos otros, el casamiento de una amiga, la graduación de otros tantos amigos y hasta un recital auspiciado por la Juventud Radical donde tocaron Los Ratones Paranoicos, Sandra Mihanovich y Los Pericos...¡¡todo en una misma tarde y gratis!!

*NN: Nunca supe como se llamaba, pero marche el recuerdo para ese señor que cocinaba el locro a beneficio, tradicional de todos los 1 de Mayo y 9 de Julio. Se destacaba por estar sin remera en plena temporada invernal, revolviendo la gran olla con un cucharón de madera, en una rutina que tenía seis pasos, a saber: 1) revolver; 2) probar si estaba saliendo rico; 3) revolver; 4) probar si seguía rico, dejando el cucharón bien limpito; 5) rascarse la espalda desnuda y/o la cabeza con el mismo cucharón; 6) hundir nuevamente el cucharón en la olla. Y así sucesivamente durante varias horas.

*La cancha de fútbol: lejos, la más linda de Rafaela. Donde en el año 1983 hicimos una presentación gimnástica todos los alumnos de las escuelas primarias de la ciudad y al finalizar formamos la palabra ARGENTINA todos vestiditos de blanco hechos una bolita sobre el verde césped. Ahí escuché la única ovación dirigida a mí de mi vida dentro de una cancha.
Ahí también comenzó mi pasión por el fútbol, viendo la liga local, los Regionales, los torneos del Interior, El Nacional B y la Primera. ¡¡Cuántos equipos y jugadores se me vienen a la memoria en este momento!!

*“El Ruso” Julio: Encargado de mantenimiento. Capaz de meterse en la boca un puñado generoso de semillas de Girasol, masticarlas durante un buen rato, tragarse las semillas y escupir todas las cáscaras de una sola vez. Nunca supe como lo hacía ni pude hacerlo. Yo agarraba de a una por vez.

*El autódromo: por más que el automovilismo no me atrae, imposible olvidarme de los Domingos vividos allí, junto a tíos y primos, subidos al semiremolque de algún camión para ver mejor y comiendo asado desde las 9:00 de la mañana. El pensar que mi abuelo fue banderillero de las históricas 500 Millas, todavía me pone piel de gallina.

Catarata de recuerdos me trae el estar escribiendo este post: la aglomeración de pibes que se armaba para espiar a cierta jovencita de busto generoso haciendo gimnasia deportiva al lado de la cancha de básquet, el tiempo quemado en el kiosco que estaba en el tenis, las fiestas de 15 de colado entrando al salón por la ventana que da a la cancha, los pollos asados de Nito Frutos “con mucho chimi”, Jorge “Pichi” Bolea y Raúl “Tatin” Dominino de los cuales aprendí un montón y fundamentalmente la gran cantidad de amigos que conocí allí.

Gracias por estos 100 años Atlético de Rafaela y que sean muchísimos más.